Tras el éxito de La Sombra del Faraón, no podía dejar de continuar con el tema egipcio que me apasiona. Y me llamaba mucho la atención los interrogantes que rodean a la construcción de las grandes pirámides, así que investigué, tanto los entresijos arquitectónicos, como religiosos, y la vida de los grandes faraones de la cuarta dinastía, Snefru, Keops y Kefrén. Me propuse crear una obra original en formato, donde cada personaje ocupase un capítulo completo.

Y con tramas sencillas pero amenas y muy rápidas de lectura, la novela engancha mientras responde a todas esas preguntas que todos nos hemos hecho.

Y me enorgullece decir que en varias escuelas de escritura la usan para mostrar ejemplo de personajes bien construidos.

Como curiosidad, recuerdo en una presentación en la Casa del Libro de Barcelona donde, sin comerlo ni beberlo, acabé cenando con más de una docena de egiptólogos que me sometieron a un tercer grado muy simpático.

A veces, los detractores de la novela histórica, cuando pretenden insultar a los escritores, dicen (a mí me han dicho) que la novela es "muy cinematográfica", cuando a mí me parece el mayor de los cumplidos, puesto que penetra en la imaginación del lector como si se tratase de una película.